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Como si no fuera suficiente

Ruinas de Papel

Como si no fuera suficiente

Rodolfo Herrera López

Parece que, confieso, mi desordenada costumbre de informarme tiene una obsesión,  ignoro si inconsciente. Pasaba la vista por los titulares esperando encontrar uno que me permitiera comenzar con mi lectura necesaria de las supuestamente buenas nuevas, cada vez más únicas en su especie, cuando me detuve ante la frase destacada: "convertirán Palacio Nacional en gran museo"

—¡Vaya buena nueva, algo de arte y cultura! Veamos qué pasa en esas áreas tan ajenas e irrelevantes para  la vida humana (pues, recordando las opiniones de sus contemporáneos que Larra llegó a reproducir: "¡política; nada de ciencias y artes! ¡En un país tan instruido como éste, es llevar agua al mar!)— me dije, con mi tendencia patológica de hablarme en tercera persona, y comencé a leer ingenuamente sin prever la pronta indigestión que sufriría.

Si mi inclinación parece ser encontrarme con la sabiduría  de nuestros líderes educativos, la de ellos ha de ser aprovechar su  posición para pretender involucrarnos con su pedestre entusiasmo nacionalista, manifestando una consumada intelectualidad con frases aptas para formar parte de la historia que defienden, tales como que la exposición de la Galería Nacional, antes Palacio Nacional, será: "quizás la más importante en la historia de México... Se trata de 'México 200 años, la construcción de la Patria". ¡¿Pero de qué está hablando nuestro secretario nacional de Educación Pública?! Con tan pertinente comentario parece demostrar que la más grande exposición que llegó a visitar fue algo parecido a las muestras de talleres de Casa de Cultura (sin despreciar por ello la calidad de ciertos productos que podemos encontrar en una de estas exposiciones). Imagino al pequeño Alonsito pasando por los pasillos del algún edificio público con su libro de Historia de la SEP y su  cabeza llena con la fantasía de héroes nacionales luchando a lado de los personajes de Marvel comics. ¿Aquel niño imaginaría en esos momentos sus estudios en sociología que lo llevarían a su sabiduría y  fe en la democracia con las que escribiría (pues cree que escribe) cuatro librazos? ¡Ah! No puede negarse que Alonsito conserva su espíritu infantil: ingenuo e ignorante.

Como si no fueran suficientes las ilusiones tan propias de los dirigentes y algunos otros cándidos ciudadanos que permitieron, por su cuestionable euforia, gastos tales como el realizado en el  utilísimo aparato que cuenta los días para la llegada del Bicentenario y que todo ciudadano puede admirar en el centro de la capital de Puebla (tal vez, ya que haya cumplido su necesaria función, este maravilloso objeto forme parte de la exposición de la Galería Nacional), Lujambio anuncia ostentosamente las celebración del bicentenario con expresiones como que  será la "celebración más grande y espectacular de nuestra historia. Será una fiesta digna de México y quedará en la memoria". Y nos hace saber su disgusto por el hecho de que el pueblo no está valorando de la importancia del festejo.

¿Qué puedo contestarle a nuestro digno representante? Recuerdo un titular reciente: "en pobreza alimentaria, 20% de mexicanos" o tal vez pueda invitarlo a mis visitas a la gente de mi barrio, de quienes no es necesario escribir más, pues son evidentes las circunstancias  en las que se encuentran y a las que pretendo referirme (mencionarlas sería una acto de falso sentimentalismo).

Don Alonso anuncia triunfante la magna celebración donde habrá 27 carros alegóricos, conciertos, 45 pantallas gigantes, fuegos artificiales; en conclusión, será algo "nunca antes visto". Pero al cuestionar si no sería más propio de un espíritu nacionalista invertir ese dinero en educación, salud o en el asunto del titular que acabo de mencionarles, contesta molesto que este evento  es algo único en la historia y lo merecemos. Yo creo que mis vecinos merecen agua potable, muros firmes, alimento, educación y medicinas (no niego la existencia de tales servicios, pero nadie puede negar su calidad cuestionable) para la infección estomacal de sus hijos que con fiebre y diarrea no los ha dejado dormir; sin embargo, esta apantallante inversión tal vez sea el motivo de la cuota SEP —pues, dudo ese dinero se destine a becas, si recordamos que el mismo secretario anunció un recorte en el presupuesto de 800 millones de pesos para las universidades públicas en el 2010—, incluso el aumento de precios en alimentos que nos resignamos a aceptar en el 2006 pudo haber sido el resultado de la previsión de nuestro gobierno por tener suficientes recursos para que el secretario realice su fiesta.

No puedo decir más, pues he de ir a trabajar ya que el esfuerzo académico no es motivo para recibir apoyo educativo de nuestro paternal gobierno, afortunadamente pronto llegará septiembre y podré celebrar con mis vecinos nuestra libertad, "nuestra independencia nacional", citando las memoriosas palabras de Alonso Lujambio.


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