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Panchita

Fauna Política
Computación, Inglés y Table Dance
Por Rodolfo Herrera Charolet
Sócrates afirma que nadie es capaz de hacerle frente a un trabajo si no se siente competente, sin embargo, muchos piensan que son capaces de controlar el más difícil de los trabajos… El Gobierno.
Francisca era una adolescente de catorce años, hija de madre soltera y oficio bailarina exótica. Estudiaba la secundaria y computación, cuando a su novio le dio la prueba de amor. Tras su embarazo dejó de estudiar y el mozalbete que le había jurado amor eterno y como había estudiado jardinería en Guanajuato, puso tierra de por medio, cruzó hacia la frontera de los Estados Unidos y la migra solo dos tiros le dio, quedando “del otro lado” en calidad de muerto y regresado a México en un cajón de madera.  Así que la pobre de Panchita quedó abandonada a su suerte, recordando con nostalgia al amor de su vida que murió en la “pasadita”, mientras que en el vientre cargaba un hijo próximo a nacer.
Aún cuando dudaba que ese hijo fuera de su amado, porque una noche el hombre de su madre abusó de ella. Pero eso ya no importaba, la chiquilla embarazada, alejando de su cara la pena y tratando de salir adelante, buscó algún empleo digno, motivada por la promesa del presidente del empleo. Sin embargo su embarazo y solo teniendo como experiencia la vida infeliz que había llevado, ningún empresario le dio la oportunidad de ganarse el sustento con el sudor de su frente, porque su contratación representaba una carga económica.
Panchita con la pancita en crecimiento, logró encontrar un “hombre” que le ofreció protegerla a cambio de realizar un empleo sencillo. Tendría techo, comida y cama caliente, no se diga de una buena compañía que él mismo le procuraría. Ese empleo consistía en ser la estrella del momento en un centro nocturno, actividad que desempeñó como bailaría exótica. Se ausentó del “table dance” cuando los clientes no la aceptaban por tener la barriga crecida. Así que esperó a que la tarde de “nopaleras” diera su fruto y su hijo naciera, heredando para ella misma, el mismo legado que de su progenitora, ser madre soltera.
Mientras que el crío se alimentaba, a Panchita le crecieron los senos y se hizo más atractiva, así que regresó al templo de adoración nocturna en donde los truhanes, que encarrerado el gato, le daban rienda suelta a la hilacha. Fue la estrella del momento hasta que cumplió los 17 años y todo lo que ganaba se lo entregaba a Leónidas, su protector, quien le decía que a causa de su manutención tenía muchas deudas que pagar. Así que ella correspondía con su cuerpo a su cariño y en recuerdo de aquellos días que nadie se había ocupado de ella.
Danzando como las aguas de una fuente, entre las luces destellantes, entre el humo de los cigarros y el olor a licor y sexo, las noches de desenfreno causaron estragos en la jovencita, quien a sus 19 años había dejado de ser la estrella del antro y habían bajado sus ingresos diarios. Leónidas la abandonó un día, la cambió por otra niña que prometía en ese momento.
Panchita perdió el empleo y aprendido el oficio, buscó en las calles y terminó en el “Pirulí Dorado”, un antro en donde la cuota por tener sexo es de dos o tres fichas, y cada una de ellas es de sesenta pesos, sin incluir el condón ni cuarto, porque no hay tiempo ni dinero para ello. Pero si el cliente es pobretón y solo tiene una ficha, le alcanza para restregón y manoseo sin pudor ni límite, que se hace en una silla apartada en un rincón, que parece danzar entre las sombras, en donde los hombres dan rienda suelta a su pasión mientras duren los cinco minutos de cada melodía. En ese tiempo, que no alcanza excitación, Panchita debe hacer su trabajo. Para fortuna de ella, solo debe entregar la mitad de sus ingresos diarios al dueño del lugar, que goza de total impunidad y prestigio, porque hasta es regidor de salud en el gobierno municipal. Así que nadie interrumpe sus noches laborales y el dueño que goza de gran reputación, entrega puntualmente sus limosnas cada domingo al sacerdote de su templo, descargando su pesar, porque simpatiza con el gobierno que prometió empleo. El aprendió rápido y tiene todo un ramillete de modernas “Magdalenas” y goza de tanta fama que hasta se ha postulado diputado y su eslogan ya lo tiene, porque va a prometer para todos, computación e inglés, aunque las chiquillas solo terminen en su “table dance”.
¿O no lo cree usted?

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