Mi
diario
Carrito
amarillo
Rodolfo
Herrera Charolet
Ese día llegaron los
regalos de los Reyes Magos y mi papá festejaba su cumpleaños número treinta, estaba
por cumplir cinco años. El carrito escolar amarillo con sus niños sentados, la
maestra en el pasillo y el conductor, por exceso de velocidad chocaron. Las
tijeras de mi mamá sirvieron para escenificar el accidente, dos o tres nalgadas
de mi padre me sirvieron para no volver a utilizar la herramienta de dos filos
en mis juguetes. Aún recuerdo el accidente, fue terrible, se perdieron la
mayoría de los integrantes del autobús y las llantas quedaron ponchadas –a
causa de haber utilizado el calor de un par de cerillos.
Después de que mi madre
guardó en lugar seguro los juguetes, las tijeras y cerillos, caminé hacia en
donde se encontraba y le dije: ¿Me perdonas?, ella sin responder a mi súplica
me envió con mi padre, temeroso me acerqué a él y le dije con voz entrecortada
¿me perdonas?, mi padre me miró de reojo y llevándose a la boca un cigarro sin
prenderlo, me llevó al sillón de la terraza en donde me abrazó y sentó sobre
sus piernas; sin decir palabra alguna y sin testigo alguno me depositó un beso
en la cabeza, me quedé profundamente dormido entre sus brazos.
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