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Madres y criaturas

Fauna Política
Las niñas de la barranca
Rodolfo Herrera Charolet
Algunos medios de comunicación y autoridades educativas se alarman porque 6 de cada 100 jovencitas de bachillerato se embarazan y al menos el 30 por ciento de los jóvenes ya tienen relaciones sexuales, muchos de ellos sin protección en su “primera vez”, según lo revela una investigación reciente.
Cuando me enteré de los datos “duros” de la encuesta, vino a mi memoria la imagen de abandono en la que viven la mayoría de las “niñas de la barranca”, aquellas jovencitas que a sus escasos 15 años ya cargan a su crío y eso que ni la primaria terminaron.
Paula y Fernanda son hermanas gemelas, hijas de una madre quinceañera que con los años, se acumularon los hijos y sus pesares. Llegó a vivir a los “cuartitos de la barranca”, habitaciones que alquilan al pepenador que se apoderó del derecho de vía y construyó sobre la barranca, la misma que hace algunos años el gobierno rellenó con basura.
Paula se enamoró perdidamente de Tomás el hijo mayor de Rosa la lavandera, así que un día, antes de cumplir los catorce ya estaba embarazada. La hermana que andaba de novia con un chofer de la ruta que pasa por las calles de “la barranca”, también salió con su “domingo siete”. Pocos meses después las dos hermanas tuvieron a sus chamacos, la diferencia es que el chofer de la combí, cambió de ruta, teléfono y domicilio, temeroso de que su esposa se enterara. Paula corrió con mejor suerte, al inútil de Tomas lo metieron a trabajar a una fábrica que diariamente contamina la colonia; ella, la joven madre, entró a la escuela para terminar, de a perdis, la primaria.
Paula y Tomás son menores de edad, aún después de tener a su chamaco, no llegan a los 18 años y ya están pensando tener otro, porque su hijito necesita un hermanito. No hay problema por la “casa” porque van a alquilar otro cuartito que recientemente desocupó una “familia” oaxaqueña que se fue a un “crucero”, si, a pedir limosna a otro crucero vial en el sur de la ciudad.
Fernanda, la niñita que no ha cumplido 18 años y que se embarazó del chofer de paradero desconocido, ahora está esperando otro niño, pero ahora dice que si la van ha hacer valer, porque ahora si conoce al trabajador de la tortillería, quien con sus 30 años de edad, dice que se ha enamorado perdidamente de ella.
Pero Paula y Fernanda, han entregado su inocencia “por amor” o “calentura”, solitas, sin mayor presión que el estómago vacío, cada noche o cada día que el gasto no alcanza. En cambio Vicky, la nieta de Furibundo y que al mismo tiempo viene a ser su hija, vive encerrada en cuatro paredes alcochadas, dicen las “malas lenguas” que su padre-abuelo la “cuida” porque nació con deficiencia mental y desde chiquita la operó “para no tener niños”, porque no siendo dueña de sus actos, los abusivos de la colonia podían hacerle daño. Lo cierto es que, el padre-abuelo también le da “rienda suelta a la hilacha” y “encarrerado el gato” en ocasiones “pasado de copas” pasa a retozar con la chiquilla, que siendo ya una mujer como de veintitantos años, “no está de mal ver”. No importa para Furibundo que sea familia, que lleve su misma sangre o que “esté loquita”, total, ya no puede tener hijos. ¡Y la madre! Calladita, porque vive atemorizada, de perder el techo que le prodiga el macho de su padre. Según ella su pobre hija, nacida enferma, hace mucho el padre-abuelo en prodigarla y atenderla.
Nadie lo cree, muchos dicen que es inventado, otros afirman que todo es cierto salvo los nombres de los involucrados. Pero mientras son “changas o mangas”, quienes deben actuar se hacen de la vista gorda afirmando que no hay denuncias, que deben ser las afectadas quienes se quejen ante las autoridades, mientras que los críos siguen naciendo de los vientres inocentes o los machos que andan sueltos siguen abusando de la ignorancia en la que viven las “niñas de la barranca”.
¿O no lo cree usted?

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