San Patricio
PatrĂ³n de Irlanda
Fiesta: 17 de marzo
"Yo era como una piedra en una profunda mina; y aquel que es poderoso vino, y en su misericordia, me levantĂ³ y me puso sobre una pared." -San Patricio
De su confesiĂ³n: "Muchos pueblos renacieron a Dios por mĂ"
Nacido en Gran Bretaña (Bennhaven Taberniae (pueblecito de Escocia que hoy no se encuentra en los mapas) hacia el 385, muy joven fue llevado cautivo a Irlanda, y obligado a guardar ovejas.
Recobrada la libertad, abrazĂ³ el estado clerical y fue consagrado obispo Irlanda, desplegando extraordinarias dotes de evangelizador, y convirtiendo a la fe a numerosas gentes, entre las que organizĂ³ la Iglesia. MuriĂ³ el año 461, en Down, llamado en su honor Downpatrik (Irlanda).No se conoce con exactitud los datos cronolĂ³gicos del ApĂ³stol de Irlanda. Por lo que el santo dice de si mismo, se supone que era de origen romano-bretĂ³n. Su padre Calpurnio era diĂ¡cono y oficial del ejercito romano; su madre era familia de San MartĂn de Tours; su abuelo habĂa sido sacerdote ya que en aquellos tiempos no se habĂa impuesto aĂºn la ley del celibato sacerdotal en todo el occidente.
Se afirma que fue alrededor del año 403, a la edad de 16 años, que cayĂ³ prisionero de piratas junto con otros jĂ³venes para ser vendido como esclavo a un pagano del norte de Irlanda llamado Milcho. Lo sirviĂ³ cuidando ovejas. TratĂ³ de huir varias veces sin Ă©xito.
La Divina Providencia aprovechĂ³ este tiempo de esclavitud, de rudo trabajo y sufrimiento, para espiritualizarlo, preparĂ¡ndolo para el futuro, ya que el mismo dijo que hasta entonces "aĂºn no conocĂa al verdadero Dios", queriendo decir que habĂa vivido indiferente a los consejos y advertencias de la Iglesia.
Se cree que el lugar de su cautiverio fue en las costas de Mayo, al borde del bosque de Fochlad (o Foclut). De ser asĂ, el monte de Crochan Aigli, que fue escenario del famoso ayuno de San Patricio, tambiĂ©n fue el lugar donde viviĂ³ los tristes años de su juventud.
Lo mas importante es que para entonces, como el lo dice: "oraba de continuo durante las horas del dĂa y fue asĂ como el amor de Dios y el temor ante su grandeza, crecieron mas dentro de mĂ, al tiempo que se afirmaba mi fe y mi espĂritu se conmovĂa y se inquietaba, de suerte que me sentĂa impulsado a hacer hasta cien oraciones en el dĂa y, por la noche otras tantas. Con este fin, permanecĂa solo en los bosques y en las montañas. Y si acaso me quedaba dormido, desde antes de que despuntara el alba me despertaba para orar, en tiempos de neviscas y de heladas, de niebla y de lluvias. Por entonces estaba contento, porque lejos de sentir en mi la tibieza que ahora suele embargarme, el espĂritu hervĂa en mi interior".
DespuĂ©s de seis años en tierra de Irlanda y de haber rezado mucho a Dios para que le iluminara sobre su futuro, una noche soĂ±Ă³ que una voz le mandaba salir huyendo y llegar hasta el mar, donde un barco lo iba a recibir. Huyendo, caminĂ³ mas de 300 kilĂ³metros para llegar a la costa. EncontrĂ³ el barco, pero el capitĂ¡n se negaba rotundamente a transportarlo. Sus reiteradas peticiones para que le dejasen viajar gratis fueron siempre rechazadas, hasta que al fin, despuĂ©s de mucho orar con fervor, el capitĂ¡n accediĂ³ a llevarlo hasta Francia. La travesĂa fue aventurada y peligrosa. DespuĂ©s de tres dĂas de tormenta en el mar, tocaron tierra en un lugar deshabitado de la costa, caminaron un mes sin encontrar a nadie y hasta las provisiones se agotaron. Patricio narra esa aventura diciendo:
"llegĂ³ el dĂa en que el capitĂ¡n de la nave, angustiado por nuestra situaciĂ³n, me instaba a pedir el auxilio del cielo. '¿CĂ³mo es que nos sucede esto, cristiano? Dijiste que tu Dios era grande y todopoderoso, ¿por quĂ© entonces no le diriges una plegaria por nosotros, que estamos amenazados de morir por hambre? Tal vez no volvamos a ver a un ser humano…' A aquellas sĂºplicas yo respondĂ francamente: 'Poned toda vuestra confianza y volved vuestros corazones al Señor mi Dios, para quien nada es imposible, a fin de que en este dĂa os envĂe vuestro alimento en abundancia y tambiĂ©n para los siguientes del viaje, hasta que estĂ©is satisfechos puesto que El tiene de sobra en todas partes'. Fue entonces cuando vimos cruzar por el camino una piara de cerdos; mis compañeros los persiguieron y mataron a muchos. AhĂ nos quedamos dos noches y, cuando todos estuvieron bien satisfechos y hasta los perros que aĂºn sobrevivĂan, quedaron hartos, reanudamos la caminata. DespuĂ©s de aquella comilona todos mostraban su agradecimiento a Dios y yo me convertĂ en un ser muy honorable a sus ojos. Desde aquel dĂa tuvimos alimento en abundancia."
Finalmente llegaron a lugar habitado y asĂ Patricio quedĂ³ a salvo a la edad de veintidĂ³s o veintitrĂ©s años y volviĂ³ a su casa. Con el tiempo, durante las vigilias de Patricio en los campos, se reanudaron las visiones y, a menudo, oĂa "las voces de los que moran mas allĂ¡ del bosque Foclut, mas allĂ¡ del mar del oeste y asĂ gritaban todas al mismo tiempo, como si salieran de una sola boca, estas palabras: 'Clamamos a ti, Ho joven lleno de virtudes, para que vengas entre nosotros nuevamente' ". "Eternas gracias deben dĂ¡rsele a Dios, agrega, porque al cabo de algunos años el Señor les concediĂ³ aquello por lo que clamaban".
No hay ninguna certeza respecto al orden de los acontecimientos que se produjeron desde entonces.
Los primeros biĂ³grafos del santo dicen que Patricio pasĂ³ varios años en Francia antes de realizar su trabajo de evangelizaciĂ³n en Irlanda. Existen pruebas firmes de que pasĂ³ unos tres años en la isla de LĂ©rins, frente a Canes, y despuĂ©s se radicĂ³ en Auxerre durante quince años mas. TambiĂ©n hay sĂ³lidas evidencias de que tenĂa buenas relaciones personales con el obispo San GermĂ¡n de Auxerre. Durante este tiempo le ordenaron sacerdote.
Algunos historiadores sostienen, que en esa Ă©poca hizo un viaje a Roma y que, el Papa Celestino I fue quien le enviĂ³ a Irlanda con una misiĂ³n especial, ya que su primer enviado Paladio nunca logrĂ³ cumplir porque a los doce meses de haber partido muriĂ³ en el norte de Britania. Para realizar esa misiĂ³n encomendada por el PontĂfice, San GermĂ¡n de Auxerre consagrĂ³ obispo a Patricio.
Puesto que dependemos de datos confusos, legendarios y muchas veces contradictorios, de sus primeros biĂ³grafos, es materialmente imposible obtener detalles del heroico trabajo en las tierras donde habĂa estado cautivo. La tradiciĂ³n afirma que trabajĂ³ en el norte, en la regiĂ³n de Slemish, que dicen fue la misma donde Patricio cuidaba el ganado y oraba a Dios cuando era un joven esclavo. Una anĂ©cdota que antiguamente la tenĂan por autĂ©ntica en Irlanda relata que cuando el amo se enterĂ³ del regreso de Patricio convertido en venerado predicador, se puso tan furioso que prendiĂ³ fuego a su propia casa, pereciendo en medio de las llamas.
Se afirma que, a su arribo a tierras irlandesas, San Patricio permaneciĂ³ una temporada en Ulster, donde fundĂ³ el monasterio de SaĂºl y que con la energĂa que lo caracterizaba se propuso la tarea de conquistar el favor del "Gran Rey" Laoghaire, que vivĂa con su corte en Tara, de la regiĂ³n de Meath.
Utilizaba un lenguaje sencillo al evangelizar. Por ejemplo, para explicarles acerca de la SantĂsima Trinidad, les presentaba la hoja del trĂ©bol, diciĂ©ndoles que asĂ como esas tres hojitas forman una sola verdadera hoja, asĂ las tres personas divinas, Padre, Hijo y EspĂritu Santo, forman un solo Dios verdadero. Todos lo escuchaban con gusto, porque el pueblo lo que deseaba era entender.
San Patricio y sus enemigos
Sus acĂ©rrimos opositores fueron los druidas, representantes de los dioses paganos. TambiĂ©n sufriĂ³ mucho a manos de los herejes pelagianos, que para arruinar su obra recurrieron inclusive a la calumnia. Para defenderse, Patricio escribiĂ³ su Confessio. Por fortuna poseemos una colecciĂ³n bastante nutrida de esos escritos, que nos muestra algo de el mismo, como sentĂa y actuaba.
Circulaba entre los paganos un extraño vaticinio, una profecĂa, respecto al santo, que Muirchu, su historiador nos transmite textualmente asĂ: "Cabeza de azuela (referencia a la forma aplanada de la cabeza tonsurada) vendrĂ¡ con sus seguidores de cabezas chatas, y su casa (casulla o casuela, es decir casa pequeña) tendrĂ¡ un agujero para que saque su cabeza. Desde su mesa clamarĂ¡ contra la impiedad hacia el oriente de su casa. Y todos sus familiares responderĂ¡n, AmĂ©n, AmĂ©n". Los augurios agregaban esto todavĂa: "Por lo tanto, cuando sucedan todas estas cosas, nuestro reino, que es un reinado de idolatrĂa, se derrumbarĂ¡".
En la evangelizaciĂ³n, San Patricio puso mucha atenciĂ³n en la conversiĂ³n de los jefes, aunque parece ser que el mismo rey Laoghaire no se convirtiĂ³ al cristianismo, pero si, varios miembros de su familia. ConsiguiĂ³ el amparo de muchos jefes poderosos, en medio de muchas dificultades y constantes peligros, incluso el riesgo de perder la vida (mas de cinco veces) en su trato con aquellos bĂ¡rbaros. Pero se notaba que habĂa una intervenciĂ³n milagrosa de Dios que lo libraba de la muerte todas las veces que los enemigos de la religiĂ³n trataban de matarlo. En un incidente que ocurriĂ³ en misiĂ³n, su cochero Odhran, quizĂ¡s por algĂºn presentimiento, insistiĂ³ en reemplazar al santo en el manejo de los caballos que tiraban del coche, por consiguiente fue Odhram quien recibiĂ³ el golpe mortal de una lanza que estaba destinada a quitarle la vida a San Patricio.
No obstante los contratiempos, el trabajo de la evangelizaciĂ³n de Irlanda, siguiĂ³ firme. En varios sitios de Irlanda, construyĂ³ abadĂas, que despuĂ©s llegaron a ser famosas y alrededor de ellas nacieron las futuras ciudades. En Leitrim, al norte de Tara, derribĂ³ al Ădolo de Crom Cruach y fue uno de los lugares donde edificĂ³ una de las iglesias cristianas. En la regiĂ³n de Connaught, realizĂ³ cosas notables. En la poblaciĂ³n de Tirechan se conservĂ³ para la posteridad la historia de la conversiĂ³n de Ethne y Fedelm, hijas del rey Laoghaire. TambiĂ©n existen las narraciones de las heroicas predicaciones de San Patricio en Ulster, en Leinster y en Munster.
Por su santidad, manifiesta en su carĂ¡cter su lenguaje sencillo al evangelizar y por el don de hacer milagros, San Patricio logrĂ³ muchas victorias sobre sus oponentes paganos y hechiceros. Ese triunfo le sirviĂ³ para que los pobladores de Irlanda se abrieran a la predicaciĂ³n del cristianismo. De hecho hacen referencias en los textos del Senchus Mor (el antiguo cĂ³digo de las leyes irlandesas) a cierto acuerdo concertado en Tara entre los paganos y el santo y su discĂpulo San Benigno (Benen). Dicen esos libros que "Patricio convocĂ³ a los hombres del Erin para que se reunieran todos en un sitio a fin de conferenciar con Ă©l. Cuando estuvieron reunidos, se les predicĂ³ el Evangelio de Cristo para que todos lo escucharan. Y sucediĂ³ que, en cuanto los hombres del Erin escucharon el Evangelio y conocieron como este daba frutos en el gran poder de Patricio demostrado desde su arribo y al ver al rey Laoghaire y a sus druidas asombrados por las grandes maravillas y los milagros que obraba, todos se inclinaron para mostrar su obediencia a la voluntad de Dios y a Patricio".
Hay muchas fantasĂas sobre las confrontaciones de San Patricio con los magos druidas pero tambiĂ©n hay relatos que tienen un trasfondo sin duda histĂ³rico. Dicen que un SĂ¡bado Santo, cuando nuestro santo encendiĂ³ el fuego pascual, se lanzaron con toda su furia a apagarlo, pero por mĂ¡s que trataron no lo lograron. Entonces uno de ellos exclamĂ³: "El fuego de la religiĂ³n que Patricio ha encendido, se extenderĂ¡ por toda la isla". Y se alejaron. La frase del mago se ha cumplido; la religiĂ³n catĂ³lica se extendiĂ³ de tal manera por toda Irlanda, que hoy sigue siendo un paĂs catĂ³lico, iluminado por la luz de la religiĂ³n de Cristo, y que a su vez a dado muchos misioneros a la Iglesia.
El SĂnodo
Hay muchas y buenas razones para creer que San Patricio convocĂ³ a un sĂnodo, seguramente en Armagh, no se mencionĂ³ el sitio. Muchos de los decretos emitidos en aquella asamblea, han llegado hasta nosotros tal como fueron redactados, aunque no cabe dudas que a varios de ellos se le hicieron añadiduras y enmiendas. En esa Ă©poca San Patricio era ya un anciano con la salud quebrantada por el desgaste fĂsico de sus austeridades y de sus treinta años de viajes de evangelizaciĂ³n. Probablemente el sĂnodo haya tenido lugar cuando los dĂas del santo ya estaban contados
Vida de Santidad
Solo llegaremos a comprender el hondo sentimiento humano que tenĂa el santo y el profundo amor a Dios que lo animaba, si estudiamos detenidamente sus escritos contenidos en las "Confesiones", la Lorica y la carta a Coroticus de San Patricio. Conoceremos el secreto de la extraordinaria impresiĂ³n que causaba a los que lo conocĂan personalmente. Patricio era un hombre muy sencillo, con un gran espĂritu de humildad. DecĂa que su trabajo misionero era la simple actuaciĂ³n de un mandamiento divino y que su aversiĂ³n contra los pelagianos se debĂa al absoluto valor teolĂ³gico que Ă©l atribuĂa a la gracia. Era profundamente afectuoso, por lo que vemos en sus escritos referirse tantas veces al inmenso dolor que le produjo separarse de su familia de sangre y de su casa, a la que le unĂa un gran cariño. Era muy sensible, le hacĂa sufrir mucho que digan que trabajaba en la misiĂ³n que habĂa emprendido para buscar provecho propio, por eso insistĂa tanto en el desinterĂ©s que lo animaban a seguir trabajando.
De sus Confesiones: "Incontables dones me fueron concedidos con el llanto y con las lĂ¡grimas. ContrariĂ© a mis gentes y tambiĂ©n, contra mi voluntad, a no pocos de mis mayores; pero como Dios era mi guĂa, yo no consentĂ en ceder ante ellos de ninguna manera. No fue por mĂ©rito propio, sino porque Dios me habĂa conquistado y reinaba en mĂ. Fue El quien se resistiĂ³ a los ruegos de los que me amaban, de suerte que me apartĂ© de ellos para morar entre los paganos de Irlanda, a fin de predicarles el Evangelio y soportar una cantidad grande de insultos por parte de los incrĂ©dulos, que me hacĂan continuos reproches y que aun desataban persecuciones contra mĂ, en tanto que yo sacrificaba mi libertad en su provecho. Pero si acaso se me considera digno, estoy pronto a dar hasta mi vida en nombre de Dios, sin vacilaciones y con gozo. Es mi vida la que me propongo pasar aquĂ hasta que se extinga, si el Señor me concede esa gracia".
La santidad da frutos
El buen Ă©xito de la misiĂ³n de San Patricio se debe ante todo a su fe por la que se disponĂa a cualquier sacrificio y a la inteligente organizaciĂ³n que supo crear en esa isla, carente de ciudades y dividida en muchas tribus o clanes, dirigidos por un jefe independiente cada una. El supo adaptarse a las condiciones sociales del lugar, formando un clero local, consagrĂ³ obispos y sacerdotes y fundo monasterios y pequeñas comunidades cristianas dentro del mismo clan, sin rechazar usos ni costumbres tradicionales. Tuvo la feliz idea de que el obispo de cada regiĂ³n fuera al mismo tiempo el Abad o superior del monasterio mĂ¡s importante del lugar, asĂ cada obispo era un fervoroso religioso y tenĂa la ayuda de sus monjes para enseñar la religiĂ³n al pueblo. Las vocaciones que consiguiĂ³ para el sacerdocio y la vida religiosa fueron muchĂsimas.
La obra de evangelizaciĂ³n pudo progresar rĂ¡pidamente gracias tambiĂ©n a que San Patricio atrajo muchos discĂpulos fieles, como Benigno quiĂ©n estaba destinado a sucederle. Siempre fue muy fiel a la Iglesia y, a pesar de la distancia, el santo se mantenĂa en contacto con Roma. En el año 444 se fundĂ³ la iglesia catedral de Armagh (hoy Armoc), la sede principal de Irlanda, dato que estĂ¡ asentado en los "Anales de Ulster". Es probable que no haya pasado mucho tiempo antes que Armagh se convirtiera en un gran centro de educaciĂ³n y administraciĂ³n.
San Patricio, en el transcurso de 30 años de apostolado, convirtiĂ³ al cristianismo a "toda Irlanda". El propio santo alude, mas de una vez, a las "multitudes", a los "muchos miles" que bautizĂ³ y confirmĂ³. "AhĂ", dice San Patricio, "donde jamĂ¡s se habĂa tenido conocimiento de Dios; allĂ¡, en Irlanda, donde se adoraba a los Ădolos y se cometĂan toda suerte de abominaciones, ¿cĂ³mo ha sido posible formar un pueblo del Señor, donde las gentes puedan llamarse hijos de Dios? AhĂ se ha visto que hijos e hijas de los reyezuelos escoceses, se transformen en monjes y en vĂrgenes de Cristo". Sin embargo, como es lĂ³gico pensar, el paganismo y el vicio no habĂan desaparecido por completo. En las "Confesiones", que fueron escritas hacia el fin de su vida, dice el santo: "A diario estoy a la espera de una muerte violenta, de ser robado, de que me secuestren para servir como esclavo, o de cualquier otra calamidad semejante". Pero mĂ¡s adelante agrega: "Me he puesto en manos del Dios de misericordia, del Todopoderoso Señor que gobierna toda cosa y, como dijo el profeta: 'Deja tus cuidados con el Señor y El proveerĂ¡ la manera de aliviarlos". En esta confianza estaba, sin duda su incansable valor y la firme decisiĂ³n de San Patricio a lo largo de su heroica carrera. Su fortaleza de no permitir a los enemigos del catolicismo que propagaran por allĂ sus herejĂas, fue una de las razones para que Irlanda se haya conservado tan catĂ³lica.
La obra del incansable misionero dio muchos frutos con el tiempo: Lo vemos en el maravilloso florecimiento de santos irlandeses. LogrĂ³ reformar las leyes civiles de Irlanda, consiguiĂ³ que la legislaciĂ³n fuera hecha de acuerdo con los principios catĂ³licos, lo cual ha contribuido a que esa naciĂ³n se haya conservado firme en la fe por mas de 15 siglos, a pesar de todas las persecuciones.
SegĂºn un cronista de Britania, Nennius, San Patricio subiĂ³ a una montaña a rezar y hacer ayuno y "desde aquella colina, Patricio bendijo al pueblo de Irlanda y, el objeto que perseguĂa al subir a la cima, era el de orar por todos y el de ver el fruto de sus trabajos…DespuĂ©s, en edad bien avanzada, fue a recoger su recompensa y a gozar de ella eternamente. AmĂ©n". Patricio muriĂ³ y fue sepultado en el año 461, en SaĂºl, regiĂ³n de Stragford Lough, donde habĂa edificado su primera iglesia.
Fuente: Corazones Org
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