por Rodolfo Herrera Charolet
El cholulteca de todo hace fiesta, ya sea la boda, el nacimiento de un hijo, los quince aƱos de la seƱorita, el aniversario de la muerte de un ser querido o el dĆa de visita de su alma en los primeros dĆas de noviembre de cada aƱo. Fiestas de la costumbre, como aquella que se celebra en Huejotzingo, el martes previo al miĆ©rcoles de ceniza.
Para celebrar la primera unión indĆgena realizada en el aƱo de 1520 bajo las leyes del colono espaƱol, se hizo tradición el āCarnaval de Huejotzingoā, en el cual se dramatizan los combates y la mezcla de castas provocadas por el āencuentro fortuitoā entre indĆgenas y espaƱoles. Los aƱos se encargaron de modificar la comparsa y asĆ el recuerdo de la evangelización realizado en los siglos XV y XVI, moldeó la celebración de las carnestolendas, retomando el recuerdo del rapto de la hija del corregidor y la defensa heroica del 5 de mayo, una mezcla de la reminiscencia de los valientes indios zacapoaxtlas (que ahora se sabe que dicho regimiento era de Tenanpulco) quienes descalzos y armados con machetes, vencieron ese dĆa al poderoso ejercito francĆ©s. Es un carnaval en donde los trajes multicolores, el olor de la pólvora quemada y los estruendos ruidosos son el comĆŗn y motivo de festejo.
Entre el gentĆo que se da cita, el ruido y la pólvora, hay quienes aseguran que es un honor y tradición familiar ser el āhuehueā o āzuavoā del momento, juntar durante el aƱo previo al Carnaval su ādineritoā, para que llegado el momento comprar una mĆ”scara que si no es antigua al menos sea de buena calidad, un traje a todo āmecateā y una mosquetón de los ābuenosā, mejor si hace mucho ruido, porque queman bien la pólvora y es āseguroā. La realidad ha demostrado que entre pólvora y el aguardiente, las manos amputadas proliferan, no se diga de los āmuertitosā y otros sucesos, contĆ”ndose aƱo con aƱo, decenas de heridos y al menos media docena de heridos graves o muertos.
En la milenaria Cholula, cuando en los aƱos del cacicazgo obrero, se celebraba el carnaval de Huejotzingo, un muertito de āa perdisā enterraban cada aƱo, ādizqueā se les escapó un tiro, āquezqueā se les atoró el gatillo. Eran los tiempos de don āFileā que afilando el diente, parece ser que de sus enemigos se deshacĆa, pero los momentos de gloria de don Filemón PĆ©rez CĆ”zares, con el tiempo vinieron a menos. Sin embargo, mientras esto sucedĆa, en las calles cholultecas o pleno zócalo, amanecĆan los muertos por ācausas naturalesā de no haber aguantado el tiro de gracia.
En dĆas de Carnaval, en Cholula era natural que velaran a quien pensaba diferente, fuera gente importante o indigente, porque no faltaba el compadrito que hiciera el ātrabajitoā. Por eso, en esos dĆas de juerga, los enemigos confesos del ālĆderā no paseaban por el zócalo, por aquello de que la parca se disfrazada de āhuehueā y entre risas y llamaradas, se le āchispabanā los tiros.
AsĆ la tradición del āCarnavalā en Cholula y Atlixco, pasó a menos, porque en sus calles entre pólvora y danzantes, se olĆa el miedo cuando la muerte danzante y pelando los dientes, buscaba un muertito que llevarse entre los enemigos del lĆder. AsĆ durante el segundo tercio del siglo XX, se marcó con listones de luto y lĆ”pidas en el camposanto, producto del desquite con mascara y la muerte que danzante reĆa y mataba a mansalva.
Por fortuna de nuestros pueblos, de caminos polvorientos y de ricas familias que ya fueron autoridades, nuevos tiempos llegaron y los caciques pasaron a ser cosa del pasado, terminaron los dĆas de la āmuerte disfrazada de huehueā que entre el gentĆo danzaba llevĆ”ndose su muertito diario, durantes los dĆas de fiesta del carnaval maldito.
Hoy en dĆa en torno a esos hombres disfrazados, las multitudes festejan el grito del ācueteā, ya sea por el estruendo o la alegrĆa que les causa la āmuerteā, pero tambiĆ©n siguen habiendo niƱos que corren despavoridos, mujeres que ni pestaƱean y otras que en franca borrachera festejan a su āviejoā elogiando lo bien que les queda su traje de chillantes colores.
AsĆ las costumbres en el pueblo, se siguen festejando, algunas tan autĆ©nticas, otras solo una parodia de la tradición milenaria. Un autĆ©ntico circo de calle, que entre risas y colores, los estruendos de cuetes se anticipan a la primavera. Fiesta permanente en la que viven nuestras gentes, en donde el olor a pólvora desempolva recuerdos, algunos alegres y otros menos, pero todos de aquellos dĆas y de otros tiempos.
1 Comentarios
familia poderosa y enemigos acerrimos del mangas mochas y ahora surgen los Neocaciques y que han detentado el poder en cholula (Politico y economico) Bueno eso tu ya lo sabes para que te cuento