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Rendimientos decrecientes

Fauna Política
Rodolfo Herrera Charolet
Si un empleado tiene un adeudo de su tarjeta de crédito, las obligaciones financieras le generan intereses anuales del 40, 50 y hasta del 80 por ciento. El interés mensual que puede ser del 3% al 12%. En el caso de no pagar el mínimo requerido, se cargarán intereses moratorios, gastos de cobranza, pago tardío y otras obligaciones que se dice están autorizados por las leyes vigentes.
Si usted es empleado y tiene su ahorro para el retiro en una Afore y recibió su estado de cuenta del primer semestre del año 2008, observará que el rendimiento neto máximo que pudo haber exigido fue del 10 por ciento anual (5% en seis meses), sin embargo notará que en esta ocasión perdió el 47 % de las aportaciones del periodo y no ganó ni un solo centavo del saldo acumulado.
Si preguntó a su afore le dirán que las fluctuaciones de la cartera de inversión provocó pérdidas y que su inversión es a largo plazo (posiblemente nunca lo recupere), que la inflación en los Estados Unidos ha provocado una caída en las inversiones bancarias o que el desastre de los mercados bursátiles de Nueva York, han propiciado un descalabro en los rendimientos netos. Pérdidas financieras en detrimento del ahorro de millones de trabajadores mexicanos, que no tienen otra alternativa que ser robados, desde luego, con toda la impunidad permitida que protege el sistema bancario nacional.
Molesto o con desconocimiento total de la terminología empleada por el encargado de contestar el teléfono en la afore de su preferencia, llamará al servicio de orientación y quejas de la Comisión Nacional de Sistema de Ahorro para el Retiro (CONSAR). En donde amablemente lo mandarán por un tubo, esto se debe a que la persona encargada de atender las llamadas, con toda la cortesía posible, le dirá que no tiene conocimiento del asunto que usted refiere y que en caso de necesitar mayor claridad, lo debe hacer por medio de la página de internet que tiene la dependencia. Si usted vive o trabaja en una ciudad en donde no ha llegado la cíber tecnología, no es culpa de la amable señorita, que por cierto le agradece el haber llamado.
Una vez que usted es enviado cortésmente a freír espárragos y su queja se ha sumado a la estadística nacional, la telefonista le pedirá unos minutos de su tiempo para llenar una encuesta y posteriormente pasará a un sistema electrónico en donde le formularán dos preguntas para evaluar el servicio. En este momento, puede colgar. Si tiene el hígado necesario para ser prudente y conservar la calma, será un trabajador informado, desconociendo, desde luego, el motivo del desfalco. Si usted se ha infartado, no se preocupe, no se requiere mayor queja, puesto que no podrá festejar el ahorro para su retiro, porque tampoco sirve para sufragar gastos funerarios, es posible que para esta eventualidad que solo ocurre una vez en la vida, no alancen sus ahorros de veinte años.
Esta situación debe ser analizada seriamente por los diputados y senadores de la República, en virtud de que siguen existiendo fallas en el sistema financiero nacional, en donde las utilidades son repartidas entre los accionistas (banqueros todos) y las pérdidas o catástrofes financieras son prorrateadas entre la gran base trabajadora del país (clientes y empleados), poniendo en peligro el sistema de ahorro para el retiro.
Los rendimientos decrecientes reportados en este primer semestre de 2008, deben alertar a los sindicatos y empleados de todo el país, en especial a quienes dicen ser representantes populares. Puesto que mientras los adeudos en tarjetas de crédito se convierten en novedosas “tiendas de raya”, una explotación económica en la modernidad, el patrimonio familiar se esfuma por arte de magia de los expertos financieros. Equiparándose ambos fenómenos a los sucesos del México de 1908, antecesores de la revolución mexicana.
El robo del patrimonio, como lo son los rendimientos decrecientes, es sin duda, un ingrediente adicional que puede nutrir mayores desordenes nacionales, puesto que la ilusión de un retiro basado en el ahorro y sacrifico, se dilapida por errores financieros o al amparo de errores en las leyes. Mayor daño que la delincuencia desatada en las calles. Aquellas que de suyo, abundan polvorientas de miseria, en donde la justicia avanzan a paso lento, tras el veloz caballo en el que cabalga la impunidad.
¿O no lo cree usted?
P.D. Por lo pronto yo ya envié mi cartita a los Reyes Magos de San Lázaro de la Curul. Por si no están enterados de lo que aquí se explica.
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