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La esposa de un amigo


Cuentos

La esposa de un amigo
Rodolfo Herrera Charolet


La mujer entallada e insinuante habla por teléfono. Él a prudente distancia ve sus caderas y espera su turno, aún con prisa en esos momentos su pensamiento deambula, entre imágenes eroticas y obscenas. Ninguno de los dos se conoce.


Su momento llega, se lleva el auricular a la oreja al tiempo que su índice izquierdo marca el número telefónico de su amigo, de reojo le hecha el último vistazo a la dama de negro, que sonriente se introduce al interior de un lujoso auto.


- ¡Bueno! ¡sí!... ¡que onda wey! … ¡si! … ¡claro! … ¡acepto! … ¡aja! … ¡desde luego! … ¡lo mantendré en secreto! … ¡no te preocupes! … ¡mándame una foto!... ¡no la conozco!... ¿te casaste?... ¿desconfías? … ¿era divorciada?... ¡hum!... ¡malo!... ¡muy malo!.. ¡si serás wey!... ¡debiste casarte por bienes separados!... ¡que es muy bella!... ¡ahora desconfías!... ¡si te pone los cuernos ya te jodiste!... ¡la mitad será para ella!.. ¡sale!... ¡espero la foto!... ¡bye!


El investigador privado marca otro número telefónico desde la caseta, a poca distancia de su oficina, desconfía de las líneas fijas, por experiencia sabe que hay pájaros en los alambres. En su pensamiento danza la imagen de la voluptuosa mujer, enfundada en ese traje de cuero. Ella blanca como la nieve, cabellos rubios, nunca vio sus ojos pero supone que deben ser como el océano, invitándolo a sumergirse en la profundidad de sus aguas.

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