Fauna Política
Cama y mascarilla son privilegios que no tienen
precio
Por Rodolfo Herrera Charolet
La crisis sanitaria que hoy vive México no es de
sorprenderse, derivada del abandono por decenas de años de corrupción e
ineficiencia del gobierno en turno. En el reparto de culpas no se descarta al
actual pues ha dado preferencia al financiamiento de programas sociales con
rendimiento electoral, como el de otorgar estímulos económicos a jóvenes que ni
estudian ni trabajan, razón por la cual la mayor preferencia electoral hacia el
presidente se encuentra en ese sector de la población.
Lo que no debe pasar desapercibido son los miles de
millones de pesos gastados en esos programas sociales, sin oficio ni beneficio
que pudieron aportar soluciones a las grandes carencias que vive el sector
sanitario del país.
El gobierno federal en el 2020 destinó para el
programa “Jóvenes Construyendo el Futuro” más de 25 mil 614 millones de pesos y
en el 2021, a pesar del colapso de la actividad comercial y productiva del
país, se pretende gastar más de 20 mil 600 millones pesos. Esto representa el
50 por ciento, de lo que se dice que el gobierno gastó, en el año 2020, con
motivo de la reconversión hospitalaria para atender la pandemia de Covid-19
Cientos de denuncias y quejas ante la Comisión
Nacional de los Derechos Humanos y ante otras instancias, demuestran la
ineficiencia del gobierno, y como claro ejemplo tenemos al Hospital del IMSS la
Margarita en Puebla, en donde los pasillos se convirtieron en pabellones de la
muerte.
Tras la saturación hospitalaria y la falta de camas
y oxígeno para atender a los pacientes Covid-19, las historias de miseria y
desesperación se han vuelto realidades cotidianas. El ejército blanco hace su esfuerzo para atender
la demanda de servicios, ataviados de voluntad, entereza y valor, pero
desarmados de los requerimientos mínimos para poder salvar vidas.
Los pasillos y otras áreas del hospital se han
adaptado como dormitorios para enfermos, esperando el privilegio de una cama y
mascarilla, mientras el que la ocupa es dado de alta o muere. Las carrosas
funerarias esperan, poco tiempo, para trasladar a la víctima fatal de ese
momento, para nuevamente regresar a la cola de espera y trasladar al siguiente.
Por si fuera la estancia hospitalaria más miserable,
entre cilindros de oxígeno vacíos, los pacientes esperan alguna cobija para
abrigarse y pasar la noche o no sentir frío en los momentos de fiebre. Las
carencias son enormes, los pacientes mueren, los familiares lloran, el gobierno
justifica su ineficiencia culpando a los anteriores. Tras dos años de gobierno,
las cosas siguen igual, nuevos actos de mediocridad se acumulan a las
corruptelas anteriores, el resultado es lamentable, el sector sanitario del
país está colapsado.
El “Sistema de Información de la Red Infección
Respiratoria Aguda Grave (IRAG)” de la Secretaría de Salud del gobierno federal
afirmó que durante la última semana de enero 2021 aún había camas, pero ese registró
se refiere a un reporte en el papel y la publicidad, los hechos demostraron lo
contrario. De acuerdo con los datos, el Hospital General de Zona 20 La
Margarita del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el lunes 25 reportó
que se encontraba al 99 por ciento de su capacidad, al día siguiente al 95 por
ciento, el miércoles 91 por ciento, y el jueves 28 de enero al 82 por ciento. Sin
embargo los pasillos estaban atestados de pacientes sin cama ni mascarilla,
esperando turno. Las ambulancias regresaban a los pacientes, con la
justificación de que ya no había cupo. Algunos pacientes murieron en el
recorrido de hospitales para ser atendidos.
Hasta el cierre de esta edición, los hospitales
poblanos se encontraban saturados, las carrosas fúnebres seguían trasladando
muertos, panteones sin cupo, crematorios al tope y hasta con tres días de
espera. Una realidad que pareciera una película de terror, en donde la danza de
los muertos se acumula a las cifras de letalidad que causa el virus.
En Puebla el día miércoles 27 de enero se reportaron
71 muertos, al día siguiente 73 y el viernes 99, los contagios seguían
multiplicándose, el semáforo estatal se mantenía en rojo, con restricciones de
las actividades comerciales y productivas en la entidad.
A cinco días de confinamiento presidencial, en redes sociales se
difundió la noticia (cierta o falsa), de que el presidente Andrés Manuel López
Obrador se encontraba en cuidados intensivos en una clínica instalada en
Palacio Nacional. Ante el gran interés que causó la referencia, el vocero de la
presidencia, Jesús Ramírez Cuevas emitió un comunicado.
El vocero dijo que el presidente atiende asuntos desde su aislamiento y
el gobierno de México continúa su marcha, así como los programas y obras: ante
la emergencia sanitaria, avanza el plan de vacunación. El presidente recupera
poco a poco su vigor y su salud. Sigue pendiente de los asuntos de gobierno y
trabajando tranquilamente.
Dicho mensaje sin duda tenía el propósito de no abonar en la
inestabilidad y mantener la esperanza de que todos salgamos adelante ante la
crisis sanitaria.
Es por estas razones (y, sin duda, hay más) que hoy en día, cama y
mascarilla son privilegios que no tienen precio.
¿O no lo cree usted?
Escribo desde el confinamiento voluntario 29 de
enero de 2021
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