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Femenicidio: Darcy

La gata huérfana
Por Rodolfo Herrera Charolet

Su rostro como la historia de Darcy rápidamente se difundió en las redes sociales, una joven que había desaparecido un domingo. La fotografía que colgó su padre estaba acompañada de un terrible texto:
–Esta es mi hija Darcy, está en el Semefo, la mató su ex novio, se llama Omar ... y está prófugo, si lo llegan a ver, por favor denúncienlo. Ayúdenme por favor, o si llegan a saber o ver algo, me pueden marcar...
Darcy fue encontrada sin vida un día después de su desaparición, ese lunes una mujer tiraba boca abajo, como una muñeca de trapo, con el rostro desfigurado se encontró sobre la banqueta de la calle Alemania en la Colonia San Simón Ticumac.

Darcy inició un cuento de hadas que terminó en tragedia meses antes, cuando conoció a un joven quien dijo llamarse Omar, con quien inició su noviazgo tan breve como un suspiro, porque terminó cuando tras haberse cometido un robo en el negocio que atendía, por el cual ella respondió.


Tras el rompimiento amoroso, Omar la amenazó durante semanas, inclusive la joven habló con sus padres sobre sus deseos en caso de que dejara de existir. Tres meses antes de ser enterrada en una fosa fría del panteón San Nicolás Tolentino, en la delegación Iztapalapa, la chiquilla tenía le certeza de que sería asesinada y su fecha de caducidad en esta vida estaba próxima, así que en diciembre le dijo a su madre:

–Cuando me maten, quiero que cuides bien a mi gata Sally, que es como mi hija –Tras la súplica, soltó en llanto y pidió perdón por sus malos ratos como adolescente rebelde, así que cuando ya no estuviera con ella, le pidió a su madre que siguiera con su vida, en aquella casa de la colonia Iztacalco Fovissste. La madre desconsolada narró las confidencias y terminó las mismas con un reclamo confundido entre sollozos.

En el regazo de su madre, lloró y los enormes ojos claros de Darcy se abrieron al máximo para seguir pidiendo perdón por tantas locuras de chiquilla. Esos ojos que enjugados con lágrimas, fueron los mismos que atrajeron a Omar y quien le dijo que si no era suya no lo sería de nadie.

–Mi hija fue muy valiente, lo afrontó y la cuidamos como pudimos… pero mi hija ya no está conmigo –dijo María Isabel Lozada –¿Cómo voy a dormir hoy, si ella no está en su cama?

Darcy tenía el gusto de enfundarse totalmente en una vestimenta negra, trabajaba en una heladería para ahorrar y pagarse su carrera en Diseño y Comunicación visual de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM. Fue en ese lugar, en la heladería, en donde un día conoció a Omar. Trabajaba cinco días a la semana y el chico fanfarrón la halagaba por el color de sus ojos, acudiendo al negocio con el pretexto de comprar un helado. Hasta que un día la joven sucumbió a los encantos del sujeto. Siendo novios, una tarde de descuido o excesiva confianza, Omar aprovechó para robar de la caja registradora las ventas del día, 13 mil pesos. El dueño del negocio exigió a Darcy que denunciara al chico, ella aceptó la recomendación y lo manifestó en su declaración, terminando el noviazgo.

Durante las indagatorias Omar negó en todo momento el hurto, pero la atracción hacia la chica se convirtió en odio, porque la consideraba una traidora. Así que a partir de ese momento dedicó todo su esfuerzo en amedrentarla, acosarla, un día le dijo que la mataría de un balazo, otro día que ahorcada, un viernes a golpes o un sábado mientras la violaba.

La madre de Darcy afirma que un día entró a la recámara de su hija mientras ella atendía una llamada con Omar y escuchó que el sujeto le dijo:

–Te mostraré mi verdadero rostro, soy como el Diablo y tú no lo sabes, pero soy un sicario de Veracruz y puedo matarte si quiero.

El terror se apoderó de Darcy y terminó retirando la denuncia y pagando la deuda.

Durante la noche a su asesinato Darcy cerró el local y avisó que regresaría a su casa acompañada de su ex novio, a las 21:15 horas, el celular de Darcy se activó y llamó a su madre, la mujer presa del terror escuchó durante varios minutos los momentos en los que era asesinada su hija:

–¡Quédate quieta! Le gritaba alguien; otro más, decía ¡cállate, cállate!

Tras un breve tiempo la mujer emprendió la búsqueda de su hija, recorrió las dependencias capitalinas, en donde le informaron que debería de ingresar un reporte de desaparición y tras 72 horas iniciar la búsqueda. Tras la súplica de la mujer, a regañadientes los burócratas tomaron nota de la queja, pero no hicieron nada para auxiliarla. El reporte levantado por las “autoridades” y archivado en el expedientem fue tan parco como la ayuda proporcionada.

-Darcy – delgada, piel blanca, cabello lacio y suelto, nariz respingada. Desaparecida.

A las 22:00 horas del 25 de marzo en la Colonia San Simón Ticumac, de la Delegación Benito Juárez, en el Distrito Federal, fue encontrado un cuerpo. Se trataba de un femenino de entre 30 y 40 años, con huellas de tortura, rostro desfigurado. El 26 de marzo a las 10:00 horas, la mamá de Darcy llegó al Servicio Médico Forense y pidió ver a la mujer que habían encontrado, la burocracia asignó el expediente FBJ/BJ4/T1/0557/13-03 de una mujer de apariencia adulta por la hinchazón del rostro desfigurado, la nariz rota, los labios abultados y el cuello con marcas de ahorcamiento y tras descubrir el rostro de la infortunada:

-¡Sí! ¡Es mi hija! – Gritó la madre desconsolada. Las piernas de la madre de Darcy temblaron al punto de perder el equilibrio y con el intenso dolor en el pecho lloró frente a ella.

Esa misma tarde, los padres de Darcy hicieron los trámites para rescatar el cuerpo de su hija y proceder a su entierro. El miércoles 27 de marzo a las 13:36 horas el ataúd con el cuerpo de Darcy recibió el primer palazo de tierra que la cubriría para la eternidad, por un tiempo en la fosa A15 14-30 del panteón San Nicolás Tolentino. Casi un centenar de dolientes la acompañaron a su última morada, hasta que la mezcla y tierra mojada la sepultó. En ese lugar, junto a ella su padre, su madre, su hermana menor, amigos y compañeros de escuela, con rabia contenida y lágrimas en los ojos, veían como la esperanza de una vida se había apagado, mientras que la justicia como un vago cabalgando un jamelgo sin rumbo ni interés se aleja a cada momento.

Una semana después del homicidio, la procuraduría turnó el expediente al área de feminicidios, según lo informó José Luis Losada, padre de Darcy, en donde se asignó el guarismo que lleva la cuenta de la muerte, de aquellas mujeres que por distintas circunstancias forman parte de la nota roja y son atendidas en un momento, para luego pasar al olvido como parte de la impunidad y descaro que aún persiste.

El asesino confeso de Darcy, un mozalbete de 20 años de edad y quien dijo llamarse Omar Alejandro Dueñas Zamora, se la pasó mintiendo toda su vida, pero en lo único que no mintió fue en su deseo de ser padre cuando se enteró que Darcy estaba embarazada, sin embargo ella también le confesó que había abortado y ya tenía un nuevo novio, así que en ese arrebato le quitó la vida. Aún la policía judicial de la ciudad de México, que logró su captura, aún desconoce si existe alguna verdad en las declaraciones del indiciado, porque pudo tratarse de un acto de salvajismo de un hombre desorientado, sin valores, que lo único que buscaba era satisfacer y alardear de su hombría y de sus logros sexuales.

Para las autoridades no fue fácil su captura, porque el individuo utilizaba diversos domicilios y varios nombres o alias, inclusive uno de ellos fue el que publicó el padre de la víctima. Las cámaras de seguridad filmaron todo el recorrido de la camioneta que fue utilizada para perpetrar el crimen. Dichas cámaras captaron desde el momento que Darcy subió a la camioneta. En el trayecto a Ticumac se accionó accidentalmente el teléfono o quizás la víctima lo hizo, para enterar a sus padres de su desgracia, que escucharon con claridad desde el otro lado de la línea el momento en que era ultrajada y asesinada. A pesar de que diversas autoridades tuvieron conocimiento de los hechos, ninguna de ellas tenía en ese momento un protocolo que los llevara a una acción inmediata. Sin embargo su captura, fue un hecho fortuito, porque la hermana de Omar, tras acudir a la delegación de la PGR a pagar una multa por el delito de portación de arma de fuego, se encontraron con el hecho de que el homicida se encontraba privado de su libertad, aún cuando se desconoce que nombre o alias había proporcionado.

El juez de la causa determinó que Omar pague por ese crimen con 67 años de cárcel, como un ser que no merece reducción de pena alguna, porque de haber pena de muerte, sería el candidato idóneo para ello. Omar no es apto para vivir en sociedad, tras su crimen imborrable que lacera el entramado social y vulnera la condición humana, pone en entredicho, si vivir toda una vida encerrado como un animal es castigo suficiente. La pena de muerte sería un premio para quien aborrece la vida.

Cerrando cifras del 2012, la violencia entre parejas jóvenes (entre 15 y 29 años) es del 60 por ciento, seis por cada diez de ellas. Es decir, que más de la mitad de estas relaciones sufren algún tipo de violencia, ésta puede ser verbal, palabras dichas con todo el dolo y con más fuerza que la contenida en un puño; y puede ser también así, en su forma más natural, cuando se agotan las razones y el sentido, cuando el amor se distorsiona tanto que llegan a la violencia, estallando en la víctima como signo de debilidad.

Sobre la tumba de Darcy, alguien dejó una rosa negra, como recuerdo de la chiquilla que de negro se enfundaba, del mismo color que la gata Sally, que no entiende y que no sabe que ya es… una gata huérfana.

Hechos: Iztapalapa, Ciudad de México. 24 de marzo (2013)
Víctima: Darcy Mariell Losada Álvarez.
Padre: José Luis Losada.
Homicida: Omar Alejandro Dueñas Zamora y/o Omar Ikeer Alejandro Rodes.
Juez 32 Penal del Reclusorio Sur de la Ciudad de México (antes Distrito Federal)






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1 Comentarios

Unknown ha dicho que…
porqueria de pais