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Productos Milagro

Fauna Política
Marcia “La Embaucadora”
Rodolfo Herrera Charolet

Ella se llama Marcia porque su papá se llamó Marcial y como quería que su primer hijo llevara su nombre, así la registró y ahora la mujer festeja su santo (aunque es cristiana y ellos no veneran a los santos), el 2 de julio, que fue una mártir de la intolerancia del imperio romano y fue asesinada en Campania Italia en el año 285 de nuestra era.
A Marcia la vida no le ha sonreído del todo bien, porque su hermana murió de un tumor cerebral metastático, en la temprana de etapa de su vida; su madre también murió, pero de cáncer mamario; su padre se fue al camposanto tras un cáncer de testículo derecho. Así que la mujer con esos antecedentes, no deja de acudir al médico a realizarse sus “chequeos” periódicos, a fin de no engrosar las estadísticas familiares con algún tipo de cáncer que pudiera aparecer.
Pues bien, Marcia, desde muy joven dio rienda suelta a la hilacha, se enamoró y de ese episodio de su vida procreó un hijo. Luego se relacionó con otra pareja con quien también concibió otro hijo. El problema del cambiadero de parejas, se debe a que ninguno la entiende (al menos eso dice), así que decidió terminar con todo ese tipo de relaciones (papás de hijos) y tomó el rumbo de la mujer independiente, para enfrentarse a la vida y allegarse de los recursos necesarios para su subsistencia, porque la de sus hijos es responsabilidad del padre.
Marcia motivada por la salud propia, la llevó a compartir esas experiencias, se enroló en la exitosa empresa de los productos milagro, aquellos que se anuncian como salvadores de todo tipo de enfermedades y que se anuncian; con similar tono como lo hacía Teófilo, cuando divulgaba sus productos y que fungía como médico “tradicional” y merolico de mercado.
–¡Venga! ¡Acérquese usted! ¡Hoy el traigo una maravilla! ¡Por solo cinco pesos! ¡La hierba milagrosa! ¡Que cura el cáncer, el dolor de estómago, el hormigueo de pies, los ronquidos nocturnos, el sudor de manos! ¡Tampoco le pican las chinches, piojos o mosquitos! ¡Si señora, señorita! ¡Casada o Solterona! ¡No se regrese a su casa sin comprar la hierba! ¡Esta hierba milagrosa! ¡Que solo vale cinco pesos! ¡Con solo tres cucharaditas diarias… lo está escuchando bien… de esta hierba usted será mas joven! ¡Si Señor! ¡Por solo cinco pesos usted se cura del cáncer!... No señor, no se unta… usted se la toma ¡Nomássss!
Ese menjurje que vendía Teófilo, hacía lo mismo que tomarse un jugo de naranja antes de iniciar el desayuno, que ni afecta ni cura el cáncer. Así que Marcia inició la venta de ese jugo que embasado por la empresa y tras pagar diversos “niveles” de comisiones y premios a sus promotoras “empresarias”, cuesta 100 veces más que el jugo de naranja; pero que según ella, ha curado a miles de mujeres, difundiendo el “testimonio” de una mujer que se curó milagrosamente del cáncer de seno y que el Instituto Mexicano del Seguro Social la había desahuciado.
Así que con ese producto milagroso, que cura el cáncer de seno, de testículo o de tumores en el cerebro, se gana la vida. Premios por ventas y metas realizadas de cientos de incautos que “invierten” en su salud, sin saber, que todos esos productos son “complementos” alimenticios, que resultan más caros que llevar un control médico y nutrimental adecuado. Sin embargo, su venta no requiere receta médica, se vende porque la gente lo compra y como dice la etiqueta; “El consumo de este producto es responsabilidad de quien lo compra y de quien lo recomienda”. Lo que no dice es… “este producto produce agujeros a sus bolsillos” ni tampoco “Para evitar la muerte por sobredosis o daño a la salud, consulte a su médico”.
Así que la promotora de los productos milagro motivada por la publicidad de la empresa, se autonombra como “experta en salud”, “médico tradicional” o en ocasiones especialista en “curar cáncer de seno, testículo o cerebro” y cuando algún neófito trata de cuestionarla; cuenta la historia de su vida, la de sus muertos por cáncer y al concluir agrega una apostilla, como tratando de decir que solo ella tiene la razón: ¡Perdón eh! ¡Perdón!
Estrategia empleada en el mundo de la ignorancia, que sin duda alguna le ha redituado dividendos a Marcia “La Embaucadora”.
 ¿O no lo cree usted?

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