Cabeza logo

header ads

Hoy se cumplen las profecías de Porfirio Diaz Morí

Martes, 07 Marzo 2017 01:02 Visto: 15

Puebla Preciosa | Por Marco de Nuñez

El rió siempre toma su cause y mas en estos tiempos políticos donde el país no encuentra su timón, esto me recuerda la entrevista de hace muchos años del periodista norteamericano James J. Creelman 

Quien llegó a México a mediados de noviembre de 1907, para realizar una entrevista a Porfirio Díaz quien era presidente en ese momento.

El periodista Creelman traía consigo una carta de presentación del presidente de los Estados Unidos Teodoro Roosevelt en la que le inquiría a Díaz si pensaba reelegirse y sobre las inversiones extranjeras en México. La entrevista tuvo amplia difusión tanto en la prensa norteamericana como en la mexicana.


Los días 3 y 4 de marzo de 1908, el diario "El Imparcial", de la Ciudad de México, reproduce en español el texto de la entrevista que el presidente Porfirio Díaz había concedido, seis meses antes, a Creelman, lo que causo una gran expectación y diversas reacciones en la opinión pública de la epoca:

"Es un error creer que los sentimientos democráticos de la República se hayan debilitado por mi larga permanencia en la Presidencia, decía tranquilamente, Puedo sinceramente afirmar que el continuado ejercicio del poder no ha menguado mis ideales políticos y creo, por el contrario, que la democracia trae consigo los verdaderos y únicos principios de un buen Gobierno aunque en realidad sólo sean practicables en los pueblos que han llegado a su pleno desarrollo...

Aquí en México las condiciones son muy distintas. Yo recibí el Gobierno de las victoriosas manos de un ejército, en un tiempo en que este pueblo estaba dividido y muy poco preparado para el supremo ejercicio de las prácticas democráticas.

Haber dejado sobre las masas la completa responsabilidad del Gobierno, desde un principio, hubiera sido lo mismo que crear tales condiciones que hubieran traído el descrédito de la causa para un gobierno liberal.

Es cierto también que una vez que se me confió el poder supremo, por el ejército, se convocó a elecciones, y refrendado su voto para mí, el poder me fue conferido directamente esta vez, por el pueblo.

He tratado de dejar muchas veces el poder; pero siempre que lo he intentado se me ha hecho desistir de mi propósito, y he permanecido en su ejercicio, creyendo complacer a la Nación que confiaba en mí.

El hecho de que el precio de los valores mexicanos descendieron once puntos cuando estuve enfermo en Cuernavaca, tenía tal evidencia para mí, que me persuadió, al fin, a desistir de mi personal inclinación a retirarme a la vida privada.

He procurado, con el concurso de las personas que me rodean, conservar incólume la práctica del Gobierno democrático, hemos mantenido intactos sus principios y al mismo tiempo hemos adoptado una política que bien pudiera llamarse patriarcal, en la actual administración de los negocios de la Nación; guiando y restringiendo a la vez las tendencias populares, con plena fe en que los beneficios de la paz traerían como resultados la educación, la industria y el comercio, desarrollando, al mismo tiempo, elementos de estabilidad y unión en un pueblo naturalmente inteligente, afectuoso y caballeresco.

He aguardado durante muchos años pacientemente, a que el pueblo de la República estuviera preparado para elegir y cambiar el personal de su Gobierno, en cada período electoral, sin peligro ni temor de revolución armada y sin riesgo de deprimir el crédito nacional o perjudicar en algo el progreso de la Nación, y hoy presumo que ese tiempo ha llegado ya.

—¿Cree usted exacta, señor Presidente, la aserción de que exista la verdadera democracia, ahí donde no existe la clase media?— pregunté.

El Presidente respondió con su benévola sonrisa y moviendo ligeramente su cabeza.

—La creo exacta —me dijo—. México tiene hoy una clase media que nunca había tenido antes, y la clase media, es bien sabido que aquí, como en todas partes, forma los elementos activos de la sociedad.

Los ricos están demasiado preocupados con sus riquezas y con sus dignidades, para ocuparse en algo del bienestar general; los hijos de ellos no procuran con ahínco ni mejorar su instrucción ni formar su carácter.

Por la otra parte, los individuos de la clase del pueblo son, por desgracia, bastante ignorantes para aspirar al poder.

En la clase media, que viene en alguna proporción, de la clase pobre y a su vez, con pocos elementos de la rica, se forman los mejores y más saneados elementos que anhelan su propia elevación y mejoramiento; es la clase entregada con ardor al trabajo más activo en todas sus fases, y de ella extrae la democracia a sus propagadores y a sus adeptos.

Es la clase media la que interviene en la política y de la que depende el progreso en general.

En tiempos anteriores no contábamos en México con la clase media porque ella, lo mismo que el pueblo en general gastaban todas sus energías en la política tumultuosa y en las sangrientas revueltas. La tiranía española y nuestro mal gobierno habían por completo desorganizado esta sociedad.

Las actividades productoras de la Nación morían en las continuas luchas. Había, por consecuencia una confusión terrible. Ni la vida ni la propiedad, estaban a salvo, y una clase media era entonces imposible...

... El futuro de México está asegurado —dijo con voz firme y clara—. Los principios democráticos no han adquirido aún profundas raíces, es cierto, pero la Nación se ha fortalecido y ama la Libertad. Nuestras dificultades han sido, porque el pueblo no se preocupa mucho de los negocios públicos y de las prácticas democráticas. El mexicano como regla general piensa mucho en sus derechos privados y está siempre muy atento a defenderlos, pero no hace lo mismo con los derechos colectivos. Reclama, sí, sus privilegios, pero le preocupan poco sus obligaciones. La facultad de dominarse a sí mismo es la base de la democracia, y esa propia restricción sólo es posible en aquellos que reconocen el derecho de los demás.

Los indios, que forman la mitad de nuestra total población, están en tinieblas aún respecto a sus derechos y obligaciones políticas; están acostumbrados a delegar en sus autoridades sus destinos en lugar de pensar por sí mismos. Esta fue una fatal tendencia que provino de los conquistadores, quienes siempre les impidieron mezclarse en los asuntos públicos, dejando a sus mandatarios que arreglasen todos sus asuntos...

Y, sin embargo de esto, creo firmemente que los principios democráticos existen en México, y que seguirán creciendo más."

Díaz, menciona que su larga su larga permanencia en el poder y la insignificancia de los disidentes, implicaba la aceptación tácita de su estilo personal de gobernar. Dice que ha pacificado al país y llevado al progreso; admite que ha gobernado con dureza y reconoce que ha implantado una 'paz forzada'; acepta que el país no tiene un régimen democrático y asegura que la democracia "trae consigo los verdaderos y únicos principios de un buen gobierno, aunque en realidad sólo sean practicables en los pueblos que han llegado a su pleno desarrollo".

y desde entonces hemos vivido todos los mexicanos el doble discurso, desde presidentes hasta gobernadores.


Infonavit no es la única opción para comprar casa

Comprar una casa no es la única opción para usar tu crédito del Infonavit, pero si ya tomaste esta decisión, es importante que reflexiones sobre lo que realmente necesitas. A continuación te proporcionamos seis consejos básicos que te ayudarán a elegir una vivienda nueva o usada. Cercanía con tu trabajo.
  • Tercer consejo básico. Reflexiona antes de decidir.
  • Cuarto consejo básico. Aclara el precio de la vivienda nueva que deseas comprar y pregunta por la Cobertura de Calidad.
  • Quinto consejo básico. Observa muy bien la vivienda que quieres comprar si es usada.
  • Sexto consejo básico. Apóyate en las herramientas que el Infonavit pone a tu alcance.


Temas inmobiliarios:

Publicar un comentario

0 Comentarios