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El costo de la imprudencia

Fauna Política

María

Rodolfo Herrera Charolet

Mientras que una tela cubre su cara, quizás, ella siente que todo le da vueltas, que se va a un pozo profundo, no siente su cuerpo ni siquiera ese habitual hormigueo en las extremidades dormidas. Repentinamente todo se ha vuelto negro, posiblemente aún no amanece y cree tener pesadillas.
Un hombre de vestimenta blanca con sangre salpicada, parece un carnicero y cuchillo en mano desgarra su cuerpo, hunde sus dedos entre sus entrañas. Observa, mueve la cabeza y se retira.
Ahora le han quitado la tela que le cubre el rostro, posiblemente ve a sus padres, en pocos minutos los años se han acumulado en ellos, sus ojos tristes, hundidos y sollozando, musitan. ¡Si!... ¡Es ella!
Nuevamente colocan sobre el pálido rostro, la tela que oculta la tragedia. Por la mañana, María fue a la escuela vestida con su blusa blanca, falda escolar y útiles bajo el brazo, la doncella a la hora de salida se le antojó un helado y cruzó la calle. Celestina su amiga de toda la vida le acompañaba, le contó de su fiesta de quince. Hicieron planes de estudio, pero hablaron más de los novios. Le confió que le haría caso a Pedro, porque se “nota a leguas que arrastra la cobija por ella”... este fin de semana le daía el ¡Si!.
¿Pero que le pasa a la inocente niña? ¡Quiere gritar y no puede! ¡Pretende hablar y sus labios mudos se aferran a su silencio! ¡Nuevamente sus ojos quieren ver la luz de un nuevo día y las sombras insisten en aferrarse a los sentidos! ¡Desea nuevamente llorar y las  lagrimas secas se aprietan a recuerdos que presurosos huyen!
Así, mientras los recuerdos de María danzan hacia el fin de los tiempos, su cuerpo inerte espera sepultura, es día miércoles y los sacerdotes no hacen misa. Ayer, un veloz auto conducido por un conductor ebrio, terminó con las ilusiones de la chiquilla. Para “suerte” del chofer y su “patrón”, la joven murió en el lugar del accidente, ahora el “problema les saldrá mas barato”; quince de fianza, tres de mordida, ocho de gastos, untaditas a inspectores y agentes, entre otros sinvergüenzas.
De haber quedado viva, la mujer tendría una recuperación dolorosa, lenta y costosa a cuenta del “empresario”. Por eso dicen los que saben; ¡Que por eso! los “choferes” manejan como el “mismito” diablo. Las leyes contemplan pocos pagos, cuando ocurre una “muerte por imprudencia”, a la larga “sale más barato” enterrar muertos que remendar heridos.
Para María ese día no fue venturoso, mas le hubiera valido no ir a la escuela, fue un martes negro y la “combi” con su número de “mala suerte”, le causó la tragedia. Igualmente fueron trece los minutos de su agonía, la chiquilla, necia se aferraba a la vida, es posible que viera como el chofer se echó de reversa para rematarla, mientras unos “polis” verdes presurosos echaban mano de quien ya huía. Para cuando llegaron los “de la cruz roja”, la vida de María se había fugado en un suspiro.
Pero así es la vida y la realidad cotidiana en las calles de una ciudad deshumanizada, mientras los deudos lloran a su muerta, las autoridades justifican su “chamba” y la vida de María concluye con tres notas de policía. Un día se publico que había muerto una jovencita, otra más cuando afirmaron que el responsable lo dejarían libre bajo fianza. Por fortuna hubo una tercera, en la cual afirman, que el borrachín estará algún tiempo en la cárcel y enfrentaría el proceso recluido por ser un delito imprudencial grave.
No conocí a la moza quinceañera de este cuento de la vida, fue la prima de mi esposa, pero he tenido noticias de muchas Marías y Juanes que terminan sus días en las calles. Debo admitir que en ocasiones me siento inútil ante las injusticias que se hacen costumbre. Ese es el motivo, por el cual, levanto mi voz ante la indiferencia de las autoridades, que muchas veces me hacen perder la calma.
En algunas ocasiones los ciudadanos “comunes” con lágrimas en los ojos por la rabia contenida, debemos seguir sonrientes ante la adversidad y los abusos diarios. Con el tiempo, la tristeza olvida y solo un pálido recuerdo de la memoria de María habrá quedado, cuando con su vida y sangre virgen nutrió el pavimento, mientras que en una ciudad atestada de montoneras de basura y aire contaminado, sigue deambulando el alma de una niña, posiblemente en algún momento, asome temerosa ese día la de María.
¿O no lo cree usted?
P.D. En recuerdo de Guille, Q.E.P.D.

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