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Carrera de los 90

Fauna Política

La carrera de los 90 días

Por Rodolfo Herrera Charolet

Con 23 puntos a favor en las encuestas, el candidato del PRI-PVEM a la gubernatura del Estado, Javier López Zavala, arrancó su campaña proselitista en busca de la preferencia electoral. Una campaña que privilegia al partido, sin cambiar en lo mas mínimo su presencia y destacando su fortaleza, sin minimiedades y sin temores. Sin avergonzarse del partido que lo postula, el discurso de López Zavala incluyó su crítica a la incapacidad del gobierno federal de resolver los problemas nacionales.

Por otro lado el senador con licencia, Rafael Moreno Valle Rosas, postulado por la alianza del PAN-PANAL-PRD-Convergencia, inició su campaña con un marcado discurso de enfrentamiento, de ataque y de hacer recordar viejas rencillas y sucesos que serían imputables al titular del ejecutivo y no a su candidato adversario. Moreno Valle aprovecha el espacio legal para promocionar su oferta política, para hacer recordar el escándalo mediático del problema de Lidia Cacho, así como los comparativos en pobreza y marginación en la que se encuentra la entidad. Ensalzando sus propias acciones al frente de a extinta Secretaría de Finanzas y Desarrollo Social, bajo el amparo y gobierno de Melquíades Morales Flores. Minimizando al partido y privilegiando su propia imagen, Moreno Valle, pretende ganar adeptos a su causa, más por el respaldo hacia él mismo que los partidos que lo postulan. De hecho, se diría que le estorban los emblemas y que son un lastre para su campaña.

Los dos principales contendientes sin duda tendrán los recursos suficientes, tanto humanos como materiales, para solventar sus deficiencias y para ganar la preferencia del electorado. Dos campañas notoriamente distintas que buscan un mismo fin, el poder. Gobernar por seis años la quinta entidad en importancia del país y que representará un presupuesto mínimo a ejercer de 240 mil millones. Cantidad nada despreciable, que buscará abatir la pobreza (solo como discurso) porque el problema de la dispersión de la población causa verdaderos dolores de cabeza a los funcionarios encargados de administrar las finanzas públicas y no importando colores partidistas, ninguno ha encontrado la fórmula mágica para resolverlo. De hecho en ninguna parte del mundo existe un método adecuado para abatir el hambre, la pobreza o la desigualdad.

Por fortuna de los poblanos estas campañas, en algunos casos de odio o reclamo, solo durarán 90 días para elegir al gobernador del Estado por solo seis años.

Las campañas electorales están conformadas por un conjunto de eventos y acciones, mediante los cuales, los electores reciben información acerca de los partidos políticos y sus candidatos con la finalidad de elegir una opción el día de la jornada electoral o día de la elección.

Se dice (al menos esa es la teoría) que mediante la campaña política, los electores reciben información suficiente para hacer una elección razonada, gracias a la información clara y precisa sobre los partidos, candidatos y sus plataformas, principios y programa de acción. Los ciudadanos tras una campaña electoral están preparados para tomar una decisión sobre quién votar dentro de un contexto que sea seguro y libre de todo temor o intimidación. También el estado garantizará el día de la elección la integridad del ciudadano al ejercer su voto, universal, libre y secreto. También el estado debe garantizar con los eventos de campaña y la publicidad se encuentre disponible y libre de intromisiones con las únicas restricciones que da la ley. Los partidos o sus candidatos no deben recurrir a la violencia o tácticas sucias.

La mayoría de las legislaciones electorales establecen que las campañas proselitistas deben:

1.- Ceñirse a los ordenamientos legales establecidos.

2.- No ejercer ningún tipo de coerción, compra o chantaje.

3.- Ajustarse a tiempos y periodos electorales.

4.- Respetar el derecho a la libertad que gozan ciudadanos, candidatos y partidos.

5.- Equidad y acceso a los medios de comunicación.

6.- Respetar el derecho de acceso a la información y difusión de la misma.

7.- Evitar la conducción de campañas sucias, basadas en rumores o insinuaciones, que tengan solo como fin desprestigiar al partido, su candidato o militantes.

8.- Centrar el discurso político dentro de un contexto ético, las buenas costumbres y la civilidad.

9.- La no violencia, antes y durante el proceso electoral.

10.- La imparcialidad de los órganos públicos en el proceso electoral y los resultados del mismo.

11.- La no intromisión del poder público a favor de alguno o algunos de los contendientes.

Sin duda los buenos propósitos de una campaña electoral son conocidos por los contendientes, el problema es que mientras uno aspira a él, el otro no pretende cederlo y en esa lucha, muchas veces los candidatos y sus respectivos equipos publicitarios sufren Alzheimer.

¿O no lo cree usted?

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